EL TESORO MASCULINO (III)
Esto ha desembocado en la cultura occidental actual el ingreso desde pequeños en un colectivo sexista a través del adoctrinamiento: los hombres debemos reducir las diferencias entre nosotros, al tiempo que debemos aumentar las diferencias que nos separan de las mujeres. Sin embargo, la evolución socioeconómica y cultural va demasiado deprisa y estas diferencias se desdibujan actualmente, desorientando a la mayoría de los hombres que tienen menos de cincuenta años. Y ello, porque la evolución biológica va mucho más lenta.
El
catedrático estadounidense, David M. Buss, en “La evolución del deseo” (Alianza
Editorial, 2011) escribe 521 páginas para demostrar que las estrategias de
emparejamiento no han variado desde el principio de los tiempos. Con múltiples
estadísticas demuestra los vestigios de los tiempos en los que éramos nómadas
cazadores y, a lo largo de la historia, los hombres prefieren mujeres más
jóvenes, saludables y hermosas, mientras que las mujeres prefieren hombres que
las puedan proteger y asegurar económicamente un futuro para ellas y sus hijos.
A lo largo de esta lectura, me preguntaba sobre la contradicción que supone
verse impulsados por un inconsciente colectivo, en parte genético, frente al
desarrollo de la conciencia, la intención, el libre albedrío y la reflexión
sobre las condiciones actuales de vida, tan diferentes de las condiciones de
los humanos prehistóricos, de la Edad Antigua, de la Edad Media, o de la
Revolución industrial. Pero los hechos son tozudos.
Recuerdo
a un ex consultante de 60 años, abandonado por la mujer de 50, por un nuevo
compañero de 70, pero con el triple de recursos económicos. Y con ello no
quiero decir que el hombre abandonado no tuviera su cincuenta por ciento de
responsabilidad, sino que a lo largo de la los años de convivencia, hombres y
mujeres cambian, y es difícil que la evolución de conciencia, necesidades y
deseos vayan al mismo ritmo. Quien va más lento o no se da cuenta de los nuevos
deseos y necesidades de la pareja se queda en el camino. Tal vez porque la otra
parte ha ampliado sus horizontes o simplemente ha cambiado de rumbo y de
destino.
¿Cuáles
son pues las principales tareas de los hombres de hoy que no quieren volver al
machismo patriarcal ni quedarse estancados en la preadolescencia? Recuperar su
auténtica fuerza masculina. Levantar la espada –símbolo fálico- no significa
necesariamente matar ni herir. Podría simplemente ser mostrar un símbolo y
atributo o amenazar con cortar el nudo gordiano de las relaciones entre hombres
y mujeres, que no debería ser de confrontación y guerra, sino de colaboración,
creatividad y camino hacia horizontes compartidos desde la equivalencia de
derechos y obligaciones, que no desde la total
igualdad. La igualdad absoluta conduce al absolutismo irracional, a la
desigualdad disfuncional. Lo mismo que el estricto cumplimiento de la
ley se convierte en absoluta injusticia si no interviene la equidad y la
ecuanimidad. El sentido común y ético aplicado a cada caso.
Como
diría David Deida (“El camino del hombre
superior”, Ediciones Gaia, 2005), los hombres que quieran recuperar su
fuerza masculina deberían empezar por:
1) Aferrarse
siempre a su comprensión interior más profunda.
2) No
cambiar de opinión únicamente para agradar a una mujer.
3) Conocer
el propio propósito y los propios límites.
4) Acompañar
la intensidad emocional de su pareja solo hasta cierto punto.
5) Elegir
una pareja que sea su opuesto complementario.
6) Ser
consciente de que los méritos del pasado y el brillante historial no tiene
sentido para la pareja. Solo las acciones del momento y sus efectos.
7) Saber
que a menudo se deseará a otras mujeres o parejas (aunque no forzosamente haya
de llevarse a un desenlace).
8) Responsabilizarse
del crecimiento de la relación.
9) Tener
en cuenta la inevitable asimetría de las relaciones entre hombres y mujeres o
entre la parte masculina y femenina de hombres entre sí.
10)
Restaurar el propósito personal en soledad y con
otros hombres cuando se haya resquebrajado, esté confuso o debilitado o haya
sufrido una crisis.
Alfonso
Colodrón. En Pozuelo de Alarcón el 6 de Febrero del 2013.
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